La
Guerra de Vietnam marcó un hito en la historia militar convencional, tanto por
la amplitud del combate guerrillero como por el creciente uso de los
helicópteros, que proporcionaron una gran movilidad en terrenos difíciles.
Además, fue esencialmente una guerra del pueblo porque la mayor parte de la
población civil fue movilizada para algún tipo de participación activa y
padeció la situación de guerra casi en las mismas circunstancias que las
fuerzas militares. El amplio uso que hizo Estados Unidos de armas químicas como
el napalm, mutiló y mató a miles de civiles; en tanto que el empleo de
defoliantes, principalmente el llamado “agente naranja” utilizado para eliminar
la cobertura vegetal, no sólo devastó el medio ambiente de un país
esencialmente agrícola, sino que dejó perjudiciales secuelas para la salud
física de los seres humanos —vietnamitas y estadounidenses— que estuvieron en
contacto con ese agente químico.
Como
resultado de ocho años de utilización de estas tácticas bélicas, se estima que
murieron más de dos millones de vietnamitas, tres millones fueron heridos y
cientos de miles de niños quedaron huérfanos. La población refugiada se ha
calculado en 12 millones de personas; entre abril de 1975 y julio de 1982
aproximadamente 1 218 000 refugiados fueron reubicados en más de 16 países;
otros 500 000 intentaron huir de Vietnam por mar, pero murió aproximadamente
entre 10 y 15%, y los que sobrevivieron se enfrentaron más tarde con las trabas
y cuotas de inmigración incluso en aquellos países que habían aceptado
acogerlos.
Las
pérdidas humanas estadounidenses alcanzaron la cifra de 57.685, además de
153.303 heridos. En el momento del acuerdo de alto al fuego había 587
prisioneros de guerra entre militares y civiles, los cuales fueron
posteriormente liberados en su totalidad; sin embargo, una estimación
actualizada no oficial calcula que todavía quedan unos 2.500 desaparecidos.
La
Guerra de Vietnam también fue un hito en la historia de Estados Unidos. La
derrota constituyó un golpe profundo al orgullo estadounidense y a la creencia
de que su nación era invencible; afectó la confianza de los ciudadanos en su
sistema de gobierno y se sintieron engañados por los líderes políticos que su
voto había llevado al poder, pues les habían dado informes falsos acerca de la
guerra.
Este sentimiento se hizo extensivo a los soldados que regresaban de Vietnam quienes. heridos física y moralmente, no fueron bienvenidos en su patria, ni recibieron tratamiento de héroes. Muchos de esos soldados pasaron por grandes dificultades para conseguir trabajo y readaptarse a la vida familiar; de acuerdo con datos del Departamento de Veteranos, medio millón de ellos sufrían problemas psicológicos relacionados con las experiencias de la guerra. El síndrome de Vietnam dejó huellas imborrables en toda una generación de jóvenes y en sus familias, tanto por los daños físicos producidos por las heridas de guerra y la exposición a los agentes químicos, como por el efecto psicológico provocado por el terrible recuerdo de la muerte y sufrimientos de numerosos civiles vietnamitas indefensos.
En el ámbito político internacional, la Guerra de Vietnam trajo consigo el desprestigio para Estados Unidos, en un mundo conmocionado por las imágenes que recibía a través de la televisión y de la prensa escrita, acerca de una guerra que se prolonga inútilmente por la presencia de Estados Unidos. En cambio, el bloque comunista salió fortalecido con la integración de un nuevo país miembro en un área de influencia de gran valor estratégico.
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